Noble poesía de lágrimas

La verdad. ¿Qué es la verdad?

No es más que una mentira que no se sabe mirar.

¿En serio existe una absoluta verdad?

No lo sé, maldita relatividad.

Sólo sé que puedo versaros mis abominables y placenteros

sentimientos y pensamientos; yo podría haceros

sentir cosas intangibles: tristeza y alegría,

dolor y amor, muerte y vida...

Tal vez no sea ni seré el mejor,

tal vez... hasta fui y soy el peor,

pero seguro que soy mis pequeños escritos.

Ahora mismo no sé por qué te escribo,

de hecho no sé ni por qué te lloriqueo,

será porque de ti me siento reo

y a la vez gracias a ti me sosiego.

Únicamente querría que alguien se interesara,

únicamente querría... mostraros mi alma,

mi yo o mal llamado alter ego.

No tiene por que ser buena la sinceridad

y tampoco significar felicidad,

porque muchas veces la falsedad

es nuestra única y verdadera realidad.

Tengo muchas cosas que contar,

tengo muchas cosas que escribir,

por aprender, ayudar y vivir,

y aunque no se me divisará

este grito mudo de socorro merecerá

la pena causada por haberlo intentado,

solamente por haberte creado

y por yo descifraros, palabras

sobre el papel son desahogantes plasmarlas.

Menos mal que todos los días

hay frases que me devuelven a la vida,

porque sino a saber qué haría,

sin vosotras obtendría muerte, amadas mías

por vosotras yo fielmente con el corazón en un puño

os aseguro que de mi existencia nunca huyo.

Mis lágrimas ahora son diamantes,

mis lágrimas son mis amargas amantes

que se marchitarán e irán con otro

dejándome solo y con los ojos rotos.

  Miángabu